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lunes, 7 de noviembre de 2011

CAPITULO 216 Los ojos y la visión

SECCION 20 > TRASTORNOS OCULARES

CAPITULO 216
Los ojos y la visión

La estructura y funcionamiento del ojo son complejos y fascinantes. El ojo ajusta constantemente la cantidad de luz que deja entrar, enfoca los objetos cercanos y lejanos y genera imágenes continuas que instantáneamente se transmiten al cerebro.

Estructura y función

La parte anterior de la relativamente fuerte capa blanca externa del ojo (la esclerótica o blanco del ojo) está cubierta por una delgada membrana (la conjuntiva). La luz entra por la córnea, una cúpula transparente que se encuentra sobre la superficie del ojo. Además de actuar como una capa protectora de la parte frontal del ojo, la córnea también ayuda a concentrar la luz sobre la retina, en la parte posterior del ojo. Tras pasar por la córnea, la luz entra en la pupila, una zona negra que se encuentra en medio del iris (el área circular y coloreada del ojo). El iris controla la cantidad de luz que entra en el ojo abriéndose y cerrándose como la abertura de la lente de una cámara. El iris permite que entre más luz en el ojo cuando el ambiente está oscuro y deja que entre menos cuando en el entorno hay mucha luz. El tamaño de la pupila está controlado por el esfínter de la pupila, un músculo que abre y cierra el iris.

Interior del ojo

Detrás del iris se encuentra el cristalino. Al cambiar de forma, el cristalino concentra luz en la retina. Para que el ojo enfoque los objetos cercanos, un pequeño músculo llamado ciliar se contrae, haciendo que el cristalino aumente de grosor y en consecuencia se haga más fuerte. Para que el ojo focalice objetos distantes, el mismo músculo se relaja, disminuyendo el espesor del cristalino y por consiguiente haciéndolo más débil. Con el paso de los años, el cristalino suele tornarse menos flexible, menos hábil para aumentar su espesor, y en consecuencia menos capaz de enfocar los objetos cercanos, una enfermedad llamada presbicia.

La retina contiene los nervios que perciben la luz y el suministro de sangre que los nutre. La parte más sensible de la retina es un área pequeña llamada mácula, que tiene cientos de terminaciones nerviosas muy cercanas entre sí. Una alta densidad de terminaciones nerviosas genera una imagen visual exacta, del mismo modo que una película de alta resolución contiene celdas más estrechamente unidas. Entonces la retina convierte la imagen en impulsos eléctricos, que son transmitidos al cerebro por el nervio óptico.

El nervio óptico conecta la retina al cerebro dividiéndose en dos. La mitad de las fibras de este nervio cruzan hacia el lado opuesto en el quiasma óptico, un área que se encuentra justo debajo de la zona más anterior (frontal) del cerebro. Los haces de fibras nerviosas luego se unen una vez más, precisamente antes de llegar a la parte posterior del cerebro, lugar donde se percibe e interpreta la visión.

El globo ocular se divide en dos segmentos, cada uno de los cuales contiene líquido. El segmento frontal (anterior) se extiende desde la córnea hasta el cristalino; el segmento dorsal (posterior) se extiende desde el límite posterior del cristalino hasta la retina. El segmento anterior contiene un líquido llamado humor acuoso que nutre sus estructuras internas; el segmento posterior contiene una sustancia gelatinosa llamada humor vítreo. Ambos fluidos permiten que el globo ocular conserve su forma. El segmento anterior se divide en dos cámaras. La cámara frontal (anterior) se extiende desde la córnea hasta el iris; la cámara dorsal (posterior) se extiende desde el iris hasta el cristalino. Normalmente, el humor acuoso se genera en la cámara posterior, atraviesa la pupila y llega a la cámara anterior, y luego sale del globo ocular a través de los canales específicos para tal fin que se encuentran en el borde del iris.

Músculos, nervios y vasos sanguíneos

Son varios los músculos que, trabajando en conjunto, mueven los ojos. Cada músculo es estimulado por un nervio craneal específico. La órbita ósea que protege el ojo también contiene muchos otros nervios. Como ya se ha mencionado, el nervio óptico sale por la parte posterior del ojo y transmite los impulsos nerviosos creados en la retina hacia el cerebro. El nervio lagrimal estimula las glándulas lagrimales para que produzcan lágrimas. Otros nervios transmiten sensaciones a otras partes del ojo y estimulan los músculos de la órbita.

La arteria oftálmica y la arteria retinal suministran sangre a cada ojo, y la vena oftálmica y la vena retinal la drenan. Estos vasos sanguíneos entran y salen por la parte posterior del ojo.

Estructuras que protegen el ojo

Partes protectoras

Las estructuras que rodean al ojo lo protegen, al tiempo que le permiten moverse libremente en todas direcciones. Estas estructuras protegen al ojo, que constantemente está expuesto al polvo, el viento, las bacterias, los virus, los hongos y otras sustancias potencialmente nocivas, y, al mismo tiempo, le permiten permanecer lo suficientemente abierto para recibir los rayos del sol.

Las órbitas son cavidades óseas que encierran los globos oculares, los músculos, los nervios, los vasos sanguíneos, la grasa y unas estructuras que producen y drenan las lágrimas. Los párpados, unos delgados pliegues de piel, cubren los ojos. Se cierran de forma rápida y refleja para proteger al ojo de los objetos extraños, el viento, el polvo y la luz muy intensa. Con el parpadeo, los párpados contribuyen a esparcir líquido sobre la superficie de los ojos y, cuando se cierran, ayudan a mantener la superficie húmeda. Sin dicha humedad, la córnea, que normalmente es transparente, puede secarse, dañarse y tornarse opaca.

La superficie interna del párpado es una delgada membrana (la conjuntiva) que se curva hacia atrás para cubrir la superficie del ojo. Las pestañas son pelos cortos que crecen en el borde del párpado y ayudan a proteger al ojo actuando como una barrera. Pequeñas glándulas situadas en el extremo del párpado secretan una sustancia aceitosa que mejora la película lagrimal y evita que las lágrimas se evaporen.

Las glándulas lagrimales, situadas en el extremo superior externo de cada ojo, producen la parte acuosa de las lágrimas. Las lágrimas circulan desde los ojos hasta la nariz a través de los dos conductos nasolagrimales; cada uno de ellos tiene aberturas en el extremo de los párpados superiores e inferiores, y están próximos a la nariz. Las lágrimas mantienen la superficie del ojo húmeda y sana; además, atrapan y arrastran pequeñas partículas que entran en el ojo. Por otra parte, las lágrimas son ricas en anticuerpos que ayudan a prevenir las infecciones.

Ceguera

Tanto una herida como una enfermedad en el ojo pueden afectar la visión. La claridad de la visión recibe el nombre de agudeza visual, que oscila entre la visión completa y la falta de visión. A medida que la agudeza disminuye, la visión se torna cada vez más borrosa. La agudeza normalmente se mide mediante una escala que compara la visión de una persona a 6 metros con la de alguien que tiene agudeza máxima. En consecuencia, una persona que tiene una visión de 20/20 ve objetos a 6 metros de distancia con completa claridad, mientras que una persona con una visión de 20/200 ve a 6 metros lo que una persona con máxima agudeza ve a 60 metros.

Legalmente, la ceguera se define como una agudeza visual inferior a 20/200 incluso tras una corrección con gafas o lentes de contacto. Muchas personas que son consideradas legalmente ciegas, pueden distinguir formas y sombras, pero no los detalles normales.

Causas

La ceguera puede surgir debido a cualquiera de las siguientes razones:

- La luz no llega a la retina.

- Los rayos de luz no se concentran correctamente sobre la retina.

- La retina no puede percibir los rayos de luz normalmente.

- Los impulsos nerviosos de la retina no son transmitidos al cerebro normalmente.

- El cerebro no puede interpretar la información enviada por el ojo.

Son varios los trastornos que pueden causar estos problemas que derivan en ceguera. Una catarata puede bloquear la luz que entra en el ojo de tal manera que nunca llegue a la retina. Los errores de focalización (refracción) en general pueden corregirse con lentes que el médico receta, aunque no siempre esta corrección se consigue por completo. El desprendimiento de la retina y los trastornos hereditarios como la retinitis pigmentaria pueden afectar la capacidad de la retina para percibir la luz. La diabetes o la degeneración macular también pueden dañar la retina. Los trastornos del sistema nervioso, como la esclerosis múltiple o un inadecuado suministro de sangre, pueden dañar el nervio óptico, que transmite impulsos al cerebro. Los tumores en estructuras cercanas al cerebro, como la glándula hipófisis, también pueden dañar el nervio. Las áreas del cerebro que interpretan los impulsos nerviosos pueden resultar dañadas por ataques cerebrales repentinos, tumores u otras enfermedades.



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