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lunes, 5 de marzo de 2012

Ojo seco

Ojo seco
Fecha de la última revisión: 26/07/2011



Guia
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Índice de contenidos
1.De qué hablamos
2.Etiología
3.Síntomas y signos
4.Pruebas diagnósticas
5.¿Cómo se trata?
6.Bibliografía Ojo seco






Información para pacientes relacionada







De qué hablamos

El aparato lagrimal está formado por dos grupos de estructuras bien diferenciadas tanto desde el punto de vista anatómico como funcional:
Aparato secretor lagrimal: es el encargado de la producción de lágrima. Está formado por la glándula lagrimal principal, responsable de la secreción refleja, y las accesorias, responsables de la secreción basal (son aproximadamente 50, de dos tipos: Krause y Wolfring).
Aparato excretor o vía lagrimal: encargado de la evacuación de la lágrima hasta las fosas nasales. Formado a su vez por una serie de estructuras que se comunican entre sí: Los puntos lagrimales se localizan en el extremo medial de cada párpado y se continúan con los canalículos lagrimales, que tienen una porción vertical (ampolla) y otra horizontal. En el 90% de los casos las porciones horizontales del canalículo superior e inferior se unen formando el canalículo común, el cual se abre al saco lagrimal mediante un repliegue mucoso (válvula de Rosenmüller) que impide el reflujo de lágrimas. Existe un 10% de casos en los que el canalículo superior y el inferior drenan por separado.
El saco lagrimal se continúa con el conducto nasolagrimal que se abre al meato nasal inferior a través de otro repliegue mucoso (válvula de Hasner).


La película lagrimal se estructura en 2 capas:
Una superficial, lipídica, producida principalmente por las glándulas de Meibomio, cuya función es retardar la evaporación y mantener la película lagrimal uniforme sobre la superficie ocular.
Otra más interna, mucoacuosa.

Las alteraciones en la composición de la lágrima resultan de la disfunción de la unidad funcional lagrimal (LFU), que está integrada por glándulas lagrimales, superficie ocular (córnea, conjuntiva, glándulas de Meibomio), párpados y nervios motores y sistémicos, y cuya función es mantener la superficie lagrimal saludable a través de la función adecuada de la película lagrimal, que confiere protección, lubrificación y ambiente adecuado para la renovación de células epiteliales de la córnea.

Este síndrome se desarrolla en 2 fases:
La primera, en que uno o varios estímulos ambientales inician, en individuos susceptibles, agresión a los tejidos oculares.
La segunda, en la que por mecanismo neuropático, metabólico y/o inflamatorio, se produce inestabilidad de la película lagrimal, disminución de secreción lagrimal, aumento de la evaporación o alteración en la composición de la lágrima (hiperosmolaridad).

Las repercusiones sobre la superficie ocular siguen perpetuando el proceso, ocasionando un daño en la superficie ocular que puede producir disconfort.

La máxima producción de lágrima tiene lugar en la segunda década de vida, y a partir de ésta, va disminuyendo a medida que pasan los años. El ojo seco es la patología más frecuente de las consultas de oftalmología, supone un 30% de las mismas, aunque se manifiesta con gravedad en un porcentaje menor. Es la causa más frecuente de irritación ocular en mayores de 65 años con una prevalencia del 7,5% en mayores de 50, y del 15% en mayores de 70. Esta prevalencia ha aumentado en los últimos años debido al envejecimiento de la población, a un mayor uso de medicamentos y a un incremento de irritantes y alergenos en el ambiente.

La edad avanzada y el sexo femenino (2:1) son factores de riesgo bien conocidos. Otros factores relacionados el síndrome del ojo seco son:
Ambientales: baja humedad, alta temperatura, viento, etc.
Ocupacionales: tareas que requieran alta atención visual, como trabajar al microscopio.
Nutricionales: dieta rica en ácidos grasos omega-6 o pobre en ácidos grasos omega-3.
Hormonales: deficiencia androgénica.
Uso de fármacos sistémicos: betabloqueantes, Isotretinoína, Amiodarona, Interferón, diuréticos (Furosemida, Clortalidona, Espironolactona, Amilorida+Hidroclorotiacida, Metildopa), ansiolíticos (Diazepam, Bromazepam, Cloracepato dipotásico), antidepresivos tricíclicos, antipsicóticos (Clorpromazina, Levomepromazina, Flufenazina, Haloperidol), antiparkinsonianos (Biperideno, Levodopa+Benserazida), antihistamínicos (Hidroxicina, Cetirizina), anticolinérgicos, espasmolíticos (Escopolamina, Pitofenona), Tamoxifeno, anticonceptivos orales, terapia hormonal sustitutiva postmenopáusica.
Uso de fármacos tópicos (anestésicos, antimicrobianos, corticoides, Timolol, anticolinérgicos, ya sea por su uso frecuente o por la toxicidad de sus conservantes, como el Benzalconio).
Uso de lentes de contacto.
Cirugía refractiva (LASIK).
Enfermedades como la enfermedad de Parkinson, la diabetes mellitus, enfermedades autoinmunes, hepatitis C, VIH, tratamiento radioterápico, transplante de médula ósea.
http://www.fisterra.com/guias-clinicas/ojo-seco/

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